Me cuesta recordar cuándo empezó mi afición por la fotografía. Lo que es seguro es que fue pronto.
A los nueve años me regalaron mi primera cámara de fotos y un proyector de diapositivas. Siempre andaba impaciente por ver los resultados, con ilusión para ver las fotografías que había realizado. Tras esto llegaron mis primeras cámaras digitales de bajo coste y, por fin, una cámara réflex que aún conservo y de vez en cuando sigo utilizando.
El deporte y la imagen son dos cosas que siempre han estado presentes en mi vida, me he dedicado muchos años al diseño gráfico, profesión que me ha ayudado mucho en mi visión como fotógrafo. Tras diez años como diseñador gráfico, decidí formarme profesionalmente como fotógrafo de bodas en escuelas de Madrid, lugar donde nací y donde resido actualmente.
Porque me cuesta imaginar un entorno más positivo. Disfruto del ambiente que se genera el día de vuestro enlace. Todas las personas invitadas van con ganas de pasarlo bien, de comer, beber, bailar, de salir perfectos en las fotografías e, incluso, aprovechar la ocasión para ligar… Ya se sabe, de una boda sale otra boda.
Y… por qué no decirlo, yo también me emociono habitualmente junto a vosotros, aunque siempre intento disimularlo, ¡guardarme el secreto!
¡Una boda es la positividad hecha evento!
Conocer a personas maravillosas y entregaros un recuerdo en forma de fotografías para toda la vida. Recuerdos que enseñaréis a vuestros hijos, que rescataréis del armario cuando queráis revivir aquel abrazo con ese familiar que ya se ha ido. Recuerdos que os sirva para enseñaros lo mucho que os queréis y os de fuerzas para seguir luchando. Momentos repletos de emociones y sentimientos.
Un recuerdo de vuestro día, de vuestra historia, la más bella historia de amor jamás contada.
Espero conoceros pronto.